1 de enero de 2010

Para donde va el dolar / 1

Hace exactamente un año, los mercados estaban en el peor de los mundos tras el estallido de la crisis financiera internacional. Y en esa época, en medio del pánico generalizado, nadie tenía la remota idea del giro que rápidamente iban a dar los diferentes activos financieros, en especial el dólar. La divisa alcanzó un máximo de 2.598 pesos a finales de febrero y un mínimo de 1.911 pesos el 24 de septiembre. Cabe recordar que el año arrancó con un dólar a 2.243 pesos.

Sin embargo, en este caso no aplica el dicho que reza "en río revuelto, ganancia de pescadores". Más allá de los especuladores que viven de los movimientos del día a día en los mercados, lo cierto es que los dólares más baratos no son una buena noticia. Por un lado, está el sabor agridulce que esto significa para las empresas. Ya es conocido de sobra que las primeras afectadas son las exportadoras, pues se ven golpeados sus ingresos al hacer la conversión de dólares a pesos.

Si bien la revaluación es favorable para las multinacionales cuando convierten en dólares sus ganancias en pesos, no todo es miel sobre hojuelas. La realidad es que esta coyuntura tiene un impacto fuerte en materia de competitividad, pues los salarios que pagan a sus trabajadores en moneda local van subiendo cuando se calculan en dólares. Por ejemplo, con un trabajador que devenga un millón de pesos, su salario representaba para la empresa 445 dólares en enero y hoy ya son 520 dólares.

La gran preocupación viene por cuenta del impacto que esta situación puede tener en el empleo. El presidente de la Cámara Colombo Americana, Miguel Gómez, explicó que muchas empresas multinacionales tienen limitaciones en cuanto a los presupuestos para el pago de nómina y por ello la única opción es recortar puestos de trabajo.

Pero la otra cara de la moneda es que las compañías, independientemente de la actividad que desarrollen, pueden sacar provecho de un dólar barato para adquirir maquinaria, equipos y todo tipo de tecnología para hacer más eficiente su negocio. Aunque en estos momentos de desaceleración de la economía y de caída del sector industrial quienes se animan a ello son pocos.

Desde el punto de vista del consumidor, las noticias son mejores. Por la revaluación, los productos importados son más baratos (como los electrodomésticos y los vehículos) y además, resulta favorable hacer viajes al exterior. Sea cual fuere la situación, este asunto ya preocupa a las autoridades. El dólar fue uno de los elementos que motivó al Banco de la República para hacer una sorpresiva reducción en la tasa de intervención a cuatro por ciento. Por su parte, el ministro de Comercio, Industria y Turismo, Luis Guillermo Plata, dice que el gran inconveniente es que a los empresarios se les dificulta hacer cuentas por culpa de la volatilidad en la tasa de cambio, lo que en octubre, que es época de presupuestos, es una tarea casi que para clarividentes.

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