22 de abril de 2011

Haciendo el amor con el BARCELONA

BUENOS AIRES -- Nunca me gustó el juego, el estilo, el pensamiento de Mouriño. Su representación del fútbol es bien de época. De hecho, el Real Madrid, un equipo español, juega como el Inter de Milán. Y eso no me gusta para nada.


"Son dos estilos válidos", dirán muchos especialistas. Y permítanme en este punto disentir con las voces supremas.

Con el Real Madrid se sufre y con el Barcelona se hace el amor. Amor, afecto, erotismo y alta emotividad transmite el Barcelona. Y aunque no quiero que este comentario sea una crónica barrial, una anécdota de las muchas que abundan en mi vida. Quiero aclarar algo: con el Barcelona hasta las mujeres se enloquecen.

Anoche, en el barcito de la estación de servicio de Mitre y Mario Bravo, donde regularmente veo los partidos, había un alto público femenino y unas 15 gitanas que estaban ahí, alentando al Barcelona e insultando a Cristiano Ronaldo y al cual tildaban, a lo largo de los 120 minutos que duró el partido, de "tibio y no muy masculino".

Una dama fina, clara trabajadora de una oficina, de traje impecable y anteojos que se le enredaban con un mechón de pelo lacio y marrón, exclamó fuera de sí: "¡Mirá cómo corre la loca tapada!".


Nunca me gustó que maltraten a las grandes estrellas del fútbol, que los desprecien o simplemente los tilden con mala intención. Le dije con una sonrisa: "¡Señora, cállase por favor, no insulte!". Y me senté en su silla, la dama me gritó: "¡Señorita, no se equivoque, caballero! ¿O no será que usted también es como Ronaldo?".

Xavi, Iniesta, Messi, copaban el mediocampo, en la cancha había un solo equipo que trataba la pelota con amor, el Barça. El Madrid se dedicaba a esperar una equivocación del Barça, superado en todas sus líneas. Por eso, no me gusta Mouriño, porque hace del fútbol algo que no es, un laboratorio de especulaciones.

Messi y Mascherano destacaban en el Barça. Y Di María hacía de las suyas en el Real Madrid, los tres argentinos, a su modo, fueron de lo mejor del partido.

Messi, tuvo varias oportunidades y brindó otras. Di María, realizó unas jugadas sensacionales, tanto en defensa como en ataque y le envío el centro a Ronaldo. El centro del gol.

El clásico ganaba en emotividad. Transmitía, queridos lectores. Con sólo decirles que que iba por la sexta cerveza y los choques de los porrones en el aire y el vuelo de la espuma, junto a Belén, la oficinista de apenas 39 años, separada, dos hijos, hincha de San Lorenzo (en ese mismo momento perdía dos a cero ante Vélez).

Ronaldo salió en contraataque dejando en el piso a Mascherano, a Busquet, a Fuguet, y a los 60 mil hinchas catalanes del Barça, en una corrida endiablada, el muchacho era un jet y el disparo pasó muy cerca del arco del Barça. ¡Corrió más de sesenta metros en 3 segundos! Belén se asustó, pegó un ¡¡ayy!! y me abrazó. Yo aproveché y la abracé y le di un beso en la frente.

No voy a mentirles, pero la cerveza, las jugadas del Barça, su toque argentino; el clima de las 25 gitanas alentando, saltando y bamboleando sus grandes senos, Belén cerca, típica mujer de clase media, elegante y contadora pública nacional, comenzaban a excitarme. Dejé de pensar en el Barça y comencé a pensar en un sexo probable y cercano. Estaba a minutos de convertir el golazo inesperado de mi vida.

Terminaron los 90 minutos y el Barça continuaba bailando a su rival. Todo toque y elegancia. Pero en una distracción de Dani Alves, Di Maria lo agarra a contrapie, le hace el uno dos y chau. Centro a la cabeza, perfecta y bien peinada definición del mayor modelo mundial del fútbol: Ronaldo.

Es así, llenos de pasión, excitadísimos, el Barça nos transmitía mucho calor y sexo. Yo me quedé pegadito a Belén y ella se aferraba a mí, ambos nos fuimos caminando, abrazados, hablando del partido por las oscuridades de la Avenida Diaz Velez, ya todos saben hacia donde.

Gracias, Barça.


Washington Cucurto es escritor y poeta. Aunque su nombre real es Santiago Vega, él prefiere que lo llamen simplemente \"Cucu\". Su obra siempre recurre a las minorías y a los marginales y entre sus publicaciones se destacan Cosa de negros (2003) y Las aventuras del señor maíz (2005). Además creó Eloisa Cartonera, una editorial que publica libros de autores inéditos latinoamericanos, realizados con cartón. Actualmente está terminando una biografía de Don Ramón, personaje del Chavo del 8. Consulta su archivo de columnas.