7 de octubre de 2008

Noticias de Interés

Nueva carta política en Ecuador:
¿Hacia el Socialismo del Siglo XXI?


Por:
Mauricio Zuluaga Ruiz

Resulta importante analizar los recientes resultados en Ecuador sobre el cambio de carta política propuesto por el Presidente Rafael Correa.

Ecuador vive desde 1995 un prolongado estado de inestabilidad política, acompañado en su momento más crítico en 1999-2000 con el colapso de más del 60% del sistema financiero, la quiebra de la moneda local y la dolarización.

Rafael Correa viene de ese proceso de inestabilidad política, con una propuesta de populismo autoritario que encontró en la Constitución –nuevamente, es la vigésima en 178 años de vida republicana- la explicación del por qué la democracia real cuando se mira al espejo se ve y vive de manera tan deformada. Tal como lo plantea Alain Touraine en su obra Qué es la democracia? como la democracia ideal.

Han caído o están por caer las instituciones de la vida pública: El Congreso y los partidos políticos en primer lugar, y como no podía ser de otra manera-, los gobiernos seccionales Alcaldías y Prefecturas, los gremios empresariales y bancarios y más recientemente los medios de comunicación, la Iglesia Católica y las otras iglesias que no comulguen con el gobierno de Correa. La Corte Suprema de Justicia ha anunciado que dimite en pleno (sus 31 Magistrados) como consecuencia del resultado del pasado domingo y el Congreso no funciona desde fines de noviembre de 2007.

El futuro es incierto y creo que en la maldición de los recursos naturales (altos precios internacionales de los comodities, como el petróleo), que permita seguir financiando el desbordado gasto público, encontrará o no viabilidad (en su versión populista y autoritaria) ese mal llamado ‘Socialismo del siglo XXI’.

¿Recuerdan lo que sucedía en los años 90 con el Perú de Fujimori (el autogolpe de abril de 1992); la Argentina de Menem (convertibilidad, endeudamiento y privatizaciones); y las capitalizaciones bolivianas de Sánchez de Losada? Hoy en día en Ecuador algunos están al otro lado del péndulo, pero de qué péndulo!

Aunque resulte paradójico, la Nueva Constitución propuesta por Correa desarrolla los avances que en materia de derechos y garantías ya han estado vigentes desde 1979 (año de retorno a la democracia) y que continuaron vigentes también en la Constitución aprobada en 1998 (a la que este gobierno calificaba de neoliberal ¿¡!? y por ello buscaba cambiarla, como efectivamente sucedió). Es decir, en su parte dogmática o declarativa, la Constitución reconocía derechos hasta sobre la naturaleza (no sé cómo la naturaleza va a poder hacerlos efectivos o exigibles cuando sean vulnerados!!) Como podrán ver, en América Latina, y sobre todo algunas supuestas socialdemocracias, se especializan en ‘descubrir el agua tibia’.

El problema (si cabe llamarlo así) no está en la parte dogmática sino en la orgánica de la Constitución. Es decir, en cómo se organizan y funcionan las instituciones. En ello más bien ha habido un notable retroceso, pues la nueva Constitución reconcentra en la autoridad Presidencial el poder político. El Congreso en lo nacional y las Alcaldías en lo local pierden capacidad de legislación, fiscalización y gobierno, según cada caso, para resignar esas atribuciones al Presidente.

Este contexto se matiza con la tradicional rivalidad de Guayaquil frente al poder central que se concentra en la capital. Lamentablemente, la victoria del NO en Guayaquil agudizará irreversiblemente las diferencias regionales.

En Colombia nuestros males son de otra índole; los niños y niñas en el país de Herodes, el tema político y reformador en cabeza del Ministro Valencia Cossio, el coletazo financiero que podremos recibir desde los EEUU, los vecinos que se arman hasta los dientes con tecnología rusa y los vecinos con cambios constitucionales a su antojo con apoyos populares, son muchos los problemas, pero no disfrazados del mal llamado socialismo del siglo XXI.