2 de marzo de 2010

Cuando el crecimiento de la empresa se convierte en pesadilla

En general, creemos que el crecimiento de la empresa es lo mejor que puede ocurrir y apuntamos hacia allí los cañones de la estrategia. Sin embargo, mejor analizar cuidadosamente la situación antes de cometer un costoso error...


¿Cómo es posible que crecer no sea una buena noticia? Bueno, cuando la empresa destruye valor, y el crecimiento no la ayuda a dejar de hacerlo, más ventas sólo pueden significar una cosa: mayor destrucción de valor.

Por eso, crecer no siempre resulta conveniente. Más que una apología de lo pequeño, el argumento de este artículo es simple: una empresa debe crecer en la medida que eso signifique mayor creación de valor. Lo contrario es simplemente un desperdicio de los escasos recursos de que dispone la sociedad.



¿Por qué entonces muchas organizaciones se obsesionan con el crecimiento?

Detrás de esta tendencia se encuentra usualmente la esperanza que un mayor número de ventas será suficiente para resolver cualquier problema. Como si el crecimiento no trajera consigo sus propios contratiempos, o no demandara recursos adicionales.

Aun si la compañía cuenta con capacidad instalada sin utilizar, un aumento de las ventas tiende a demandar un mayor capital de trabajo. Sólo cuando el crecimiento permita alcanzar economías de escala (y, por tanto, mejorar la creación de valor) una compañía que destruye valor debería considerar aumentar sus ventas.



Ahora bien, ¿cómo se mide la creación de valor?

En los últimos años, se ha popularizado el indicador del valor económico agregado (EVA por sus siglas en inglés). Una de las principales contribuciones de EVA consiste en recordarle a la gerencia que los recursos de los accionistas (incluyendo las utilidades que han sido reinvertidas en la empresa) tienen un costo de oportunidad mayor a cero.

Si este costo no es reembolsado adecuadamente, incluso una empresa con utilidades puede estar destruyendo valor. Por supuesto, EVA también trae consigo una serie de ajustes para tratar de pasar de una medición del valor con base contable a una medición con base en el efectivo.

Las empresas que destruyen valor deben concentrarse, entonces, en mejorar su desempeño. Para lograrlo, probablemente deban invertir en mejorar a sus procesos, desarrollar nuevos productos, etc.

Pero para algunas compañías estas inversiones serán más sencillas que para otras, dependiendo de su generación interna de recursos.

El rango de acción es mucho más limitado cuando no se cuenta con los fondos necesarios. Y esto, usualmente, genera la necesidad de atraer nuevo capital, en momentos en lo que precisamente la situación de la compañía no es la mejor. Pero si no es posible financiar la reestructuración necesaria, entonces cerrar la empresa se convierte en una alternativa a considerar.

La situación es diferente si la empresa destruye valor pero genera flujo de caja. En ese caso, es necesario vencer la tentación de usar esos recursos para financiar el crecimiento. En su lugar, mejor dedicarlos al perfeccionamiento de la organización, a fin de revertir la tendencia negativa en cuanto a creación de valor.

A este respecto pueden hacerse dos cosas. Una es reducir el costo promedio ponderado de capital a través de una recomposición de la estructura de capital. La otra es incrementar el retorno de los activos operativos netos.

Normalmente, esto demanda una mayor rotación de los activos, una mejor gestión de los inventarios, de las cuentas por cobrar y por pagar, un rediseño de procesos, etc. El camino será diferente para cada empresa, pero el objetivo es el mismo en todos los casos: incrementar la generación de valor.


Una vez que la organización está generando valor, entonces se puede volver la atención al tema del crecimiento.

¿Existen oportunidades en el mercado? ¿Cuántas de esas oportunidades podemos aprovechar con la generación actual de recursos? ¿Me llevan esas oportunidades a una mayor generación de valor? Existen dos formas de crecer.

El crecimiento orgánico es la expansión natural de las ventas de la empresa, producto de una estrategia que le permite ser competitiva y mantenerse a la par del crecimiento de mercado o incluso robarle participación de mercado a sus competidores.

Pero si la empresa quiere crecer rápidamente en un sector que no crece al mismo ritmo, se vuelve necesaria una estrategia más agresiva a través de fusiones y adquisiciones.

En cualquier caso, no deje que el crecimiento perturbe el enfoque de su visión y lo desvíe de la senda de la creación de valor. Sus accionistas no se lo perdonarán.



Luis J. Sanz. Ph.D., profesor de INCAE, consultor en finanzas, gobierno corporativo y empresas familiares

Valor Economico Agregado EVA

El sistema de cálculo de la generación de riqueza que ha revolucionado la administración de empresas llega a Colombia. Más de 40 compañías del país están adoptando el Valor Económico Agregado, EVA.


Antes de leer este artículo, deténgase a pensar a cuánto asciende el inventario que su empresa tiene actualmente en la bodega. Ahora, pregúntese cuánto de ese material es absolutamente necesario.Si no tiene ningún exceso, felicitaciones.Pero si encuentra que buena parte de esa materia prima que compró está ahí guardada por si se necesita algún día, recapacite.

El dinero que su empresa congeló en esos bienes podría estar dando rendimientos en otra parte. De hecho, usted está reduciendo el valor agregado que su compañía puede producir. Y lo que es peor: su jefe está perfectamente enterado de cuánto dinero pierde al día la compañía por cuenta de errores como éste, si ha empezado a medir el aporte de sus empleados por medio del EVA.

El EVA (sigla en inglés de Valor Económico Agregado) es una herramienta financiera que ha sido utilizada con gran éxito por multinacionales como Coca-Cola y AT&T para medir permanentemente la creación de valor en una empresa. Actualmente empieza a dar sus frutos en Colombia.

El EVA es una marca registrada por la compañía estadounidense Stern Stewart, firma que la empezó a poner de moda en Estados Unidos hacia 1993. Este sistema parte de una premisa aparentemente evidente: el costo de oportunidad del dinero. Este concepto se utiliza como un parámetro para hacer claridad sobre cuánto habrían podido ganar los accionistas si hubieran depositado en otra parte los recursos que invirtieron en la empresa.

A pesar de la sencillez de la premisa, fue toda una revelación para el mundo empresarial, que no estaba acostumbrado a medir su riqueza en términos de lo que hubiera podido hacer con el capital prestado y, lo que es lo más importante, con el propio.



¿Agregaste valor esta mañana?

Precisamente este último punto es el que más atención ha despertado entre los accionistas. Al no estar acostumbrados a ver como un costo los recursos invertidos en maquinaria, tecnología, finca raíz y capital de trabajo, el EVA se convirtió en una herramienta para darle claridad a la administración del negocio.

Debido a la complejidad que tiene el prototipo normal de los balances, la gente se ha acostumbrado a mirar únicamente las cifras relevantes a ventas y utilidades para evaluar el desempeño de la compañía. Sin embargo, estas cifras por sí solas no son totalmente reveladoras. ¿Cómo puede saber el accionista, a simple vista, si el capital que puso en manos de la compañía le está dando los rendimientos que debería?

La respuesta la da el EVA. No sólo por el tipo de medición que hace, sino porque para calcularlo obliga a la compañía a presentar los balances de una forma clara, en la que es fácil mirar y cuantificar los recursos propios y financiados que se invirtieron en el período, y ver si hubo creación de valor.

Para la gerencia es también un instrumento muy útil porque le permite medir la generación de riqueza que se está dando en cada uno de los departamentos y las actividades de la firma. Como en cada área de la compañía se hace el ejercicio para determinar el capital con el que se está trabajando y el uso que se le da, se facilita asignar con mayor eficiencia los recursos.

Esto implica un cambio en los parámetros de evaluación. Por ejemplo, la parte comercial no sólo sería evaluada por el monto de sus ventas, sino por el comportamiento de la cartera, la acumulación de inventario y la eficiencia de la distribución. En otras palabras, se hace claridad sobre el costo de capital empleado.


Método complejo, resultados sencillos

El EVA se calcula con la misma información que se necesita para elaborar los balances. Simplemente se toman las ganancias operativas netas de la compañía después de impuestos y se les resta el costo del capital utilizado para producirlas. Si el resultado es positivo, la empresa obtuvo un valor económico agregado. Pero si es negativo, significa que la compañía no le está devolviendo a los accionistas el retorno mínimo que están dispuestos a obtener y por tanto la empresa está destruyendo valor.

Uno de los ejemplos típicos de creación de riqueza es el de Coca-Cola, que el año pasado se convirtió en el líder de este grupo, al generarle cerca de US$87.800 millones a sus accionistas. General Electric la siguió de cerca, con una generación de US$80.800 millones, de acuerdo con datos publicados por la revista Fortune.

El caso contrario le sucedió a Motorola, que destruyó US$3.400 millones de la riqueza de sus accionistas en el proceso. El descalabro se debió a una desafortunada combinación de tres factores en el mercado de telefonía celular: exceso de inventarios, presiones en los precios y descenso en la demanda en Estados Unidos. Además, el EVA se afectó por fuertes sumas de capital que se requirieron para hacer mejoras tecnológicas en las redes.

Una industria que se caracteriza por destruir riqueza es la automotriz, debido a que centra sus energías en ganar participación de mercado, pero no hay una compensación a largo plazo para los accionistas que invirtieron sus recursos en el sector.


Llegó el EVA

De acuerdo con The Economist, más de 300 empresas alrededor del mundo han adoptado el EVA como una herramienta de gerencia.

En Colombia, los empresarios se han mostrado tímidos en adoptarlo, pero con todo y eso ya hay por lo menos 40 compañías que entraron o están entrando en este mundo. Entre otras empresas se encuentran el grupo Carvajal, Corfivalle, Lloreda Grasas y Electrificadora del Pacífico. Estas dos últimas están todavía en el proceso de implantación.

El grupo Sanford, por su parte, está siendo asesorado directamente por Stern Stewart para adoptar este instrumento en las empresas de la organización.

Aunque esta firma estadounidense es la última palabra en el tema, también hay compañías locales que llevan trabajando el tema desde hace tiempo. Consultores Andinos, por ejemplo, fue el primero en traer el EVA a Colombia y desde hace unos cinco años está prestando asesoría en el área.

Además de esta firma, hay otros consultores como Estrategias Corporativas y Orlando Alvarez, en la organización Chaid Neme, que han trabajado el EVA.

De acuerdo con John M. Ferguson, vicepresidente senior de Stern Stewart, el EVA es aplicable para todo tipo de empresas, desde entidades financieras hasta compañías industriales.

Su implantación no es un proceso que se pueda hacer de la noche a la mañana. Implica un giro de 180 grados en la cultura organizacional de cada compañía y, a pesar de ser un concepto sencillo, necesita del apoyo tanto del presidente o gerente como de la junta directiva para que pueda salir adelante, explica Guillermo Orozco, de Consultores Andinos. Es un hecho que cuesta más trabajo desaprender que aprender.

La ventaja del EVA es su sencillez, pero curiosamente uno de los principales problemas que puede tener en su aplicación es que se lo quiera volver complicado.


Exito

Si bien el éxito que empresas como Coca-Cola obtuvieron dejándose guiar por las cifras encontradas en el EVA "disparó" la popularidad de este método, ya han empezado a salir voces que cuestionan su efectividad.

Algunos opinan que no es una respuesta a todos los problemas de la firma, y que al igual que la reingeniería es un instrumento útil pero no de cobertura universal.

Otros lo critican por considerar que sólo mira hacia el pasado y no les dice a los gerentes cómo podrán efectuar sus estrategias actuales el comportamiento futuro de la compañía.

Según Guillermo Orozco, lo que hay que tener en cuenta es que el EVA no es una fórmula mágica y que mucho menos es un sustituto del buen juicio, la capacidad empresarial o la oportunidad de hacer negocios.

Sólo puede orientar acerca del camino a seguir. Y eso es precisamente lo que buscan las compañías colombianas. Un instrumento que les permita calcular el rumbo.

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